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Si bien lo sonoro siempre ha estado vinculado a la propia experiencia expositiva. Esta capa siempre ha aparecido ubicada en la gran mampara que es en sí el concepto audioguía.

 

Una audioguía por defecto apoya, camina o se desarrolla en paralelo a la narrativa de la propia exposición a la que se aproxima y evidentemente en las maneras de hacer y dentro de las políticas del propio museo o centro de arte que la acoge.

 

Esta exposición enfrenta este recorrido sonoro pero desde su capacidad crítica y como herramienta que facilita la adhesión de las narrativas no hegemónicas, es decir, de aquellos acontecimientos o experiencias que no se recogen en el discurso consensuado como oficial.

 

Lo sonoro vinculado al espacio, en este caso la propia facultad de bellas artes como escenario, facilita ampliar lo sinestésico, lo anecdótico y la historia colectiva no narrada.

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